Desde que le hice la preboda a esta pareja, noté que desprendían mucha ternura, y se lo he dicho varias veces a ellos. Tienen una especie de burbuja, en la que se meten, y se olvidan de todo para centrarse el uno en el otro.
El día de su boda, Eduardo (un romántico empedernido) le tenía varias sorpresas a Mónica, le reservó la suite del Hotel Iberia, de la que ella se había enamorado, para que se preparara allí. Y con cada familiar, amigo, incluso fotógrafa :p que llegaba, le mandaba una rosa.
La ceremonia fue en la Iglesia San Juan Bautista, en Telde, y la celebración en el Club de Golf del Cortijo, también en Telde.
A esta boda me acompañó Anabel Vargas, gran fotógrafa y amiga.