Ser la fotógrafa de boda de Almudena y Rubén ha sido un auténtico lujo. Desde su preboda hubo mucho feeling y ya me demostraron que no se cortaban por nada. Su boda prometía ser muy divertida y no defraudó.
La ceremonia fue en la Ermita de la Mayordomía, que desde hace años me ha llamado la atención por su ubicación, está en un descampado, cerca de unas ruinas. Cuando me dijeron que se casaban allí, tuve claro que el posado sería único. La ermita tiene un encanto muy especial, y su situación hizo que todo fuera más íntimo.
Tengo que dar las gracias y felicitar a estos chicos porque fueron unos valientes trepando y metiéndose por todos los recovecos que yo veía, siempre con una sonrisa y con un espíritu aventurero. Sin importar que el traje se ensuciara o los zapatos se rozaran. Tenían claro que querían que su reportaje de boda fuera diferente, y lo es.
La celebración fue en la Bodega de Parrado, y la organización de todo el evento estuvo a cargo de Jennifer Betancor, que cuidó hasta el más mínimo detalle. Fue un lujo contar con ella y con Manu, creador del maravilloso ramo de novia de Almudena.
Ahora viene la postboda… Estoy dando saltos de alegría porque me han dado carta blanca para hacer lo que yo quiera… ¡y lo mejor es que no me dicen que no a nada!
Mil gracias chicos, a ustedes y a sus familias, por tratarme de maravilla, a la abuela de Almudena por darme de comer, y empacharme, como buena abuela, durante los preparativos en su casa.