Ser la fotógrafa de la boda de Jennifer y Ricardo fue todo un lujo. Disfrutaron de la boda como niños, y me hicieron disfrutar a mi también y sorprenderme con su mix de bailes y coreografías, con su photocall, cuando Ricardo casi me baña entera en champán, o cuando una invitada no dudó en lanzarse a la piscina para coger el ramo de novia (Jennifer tenía intención de que así fuera y lo consiguió). En resumen, una boda que no dejó indiferente a nadie.
Mil gracias por todo, por tratarme tan tan bien y ser tan cariñosos. ¡Un abrazo fuerte!